LA ESPIRITUALIDAD EN LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

Últimamente me han invitado a varias charlas sobre espiritualidad, y siempre las agradezco a pesar de que sé exactamente lo que me va a suceder cuando me ponga al frente del teclado y clikee el procesador de palabras para colocar en pantalla una página en blanco. Sé perfectamente que esa página quedará en blanco mucho tiempo. Porque, ¿cómo se habla de espiritualidad? Aún así acepto la invitación, porque si las palabras salen serán palabras verdaderas. Verdaderas porque algo en mí se habrá conectado con espacios de la interioridad humana en que esas palabras serán signos que traducen algo que no tiene signos, algo que no puede ser expresado con palabras y me conmocionaré con sólo imaginar que algún día puedan ser realizadas.

Quién habrá pronunciado por primera vez la palabra Justicia. Quién habrá pronunciado por primera vez la palabra Libertad. Imagino a ese mono desnudo hace 50.000, 100.000 años, mirando una fogata, en una noche inmensa, en una tierra inmensa, algo sucede adentro de él, algo muy grande, algo que no está en ninguna parte, no está, y aparece un rumor, un grito interno, que los ecos de la roca no rebotan, Justicia.

El aire que hay en esta sala no se ve, pero si lo extraigo por medio de una bomba de vacío, sabríamos que falta y correríamos a romper los vidrios para que entre y llene la sala y llene los pulmones. Con lo espiritual, pasa algo parecido, no se ve, no se palpa, no tiene olor, pero si por un agujero de la existencia esa sustancia se escapara, un vacío escalofriante comenzaría a recorrernos y nos cubriríamos de soledad, de miedo y de sin-sentido y correríamos a buscar una ventana por donde entre un viento espiritual que golpee el alma y renueve nuestro ser.

Vamos a hablar de una sustancia que los sentidos no perciben y la razón no puede aprehender y que pudiera ser la consistencia misma de todo. “Con arcilla se moldea un recipiente, pero es el espacio que no contiene arcilla el que usamos como recipiente. La existencia proviene de las cosas, pero de la no existencia proviene su sentido” (Tao te King, Lao Tse)

Si no se puede percibir y si al pensarlo a la razón se le escapa como agua entre los dedos, vale preguntarse si habrá algún modo de acceder en forma directa y experiencial a eso que llamamos espiritual. La intuición de aquello es un gran paso, la fe en aquello es otro modo, pero debo distinguir en esa fe, si es ingenua, si es fanática o si está fundamentada en una experiencia.

Cabe preguntarse de qué sirve esto, ¿para qué podría querer uno la evidencia indudable de la espiritualidad?, ¿de qué me puede servir en el desarrollo de mi profesión, ¿porqué una espiritualidad pudiera ayudar a fundamentar una conjunto de ideas transformadoras, o una pedagogía, o una psicología, o una sociología o un trabajo social?

¿Por qué? Porque estamos en problemas. Estamos viviendo cambios acelerados y todo va quedando obsoleto, no me refiero a los instrumentos tecnológicos, que mal que mal es a lo que más rápido nos adaptamos, quedan obsoletos los sistemas de pensamiento, las instituciones que se suponían naturales e inmutables, los modelos de vida, los modelos sociales en que ponemos nuestra confianza y nos defraudan al poco andar. Una atmósfera de desorientación y confusión tiñe la vida cotidiana. Estamos en problemas porque se han oscurecido los fundamentos y necesitamos encontrarlos, porque hemos perdido el Sentido y nos sentimos cada vez más vacíos, nosotros mismos, o la sociedad en la que estamos inmersos. El sol que iluminaba la existencia se ha eclipsado y ahora caminamos a tientas y necesitamos luz.

Esta sustancia espiritual nos presenta un problema y es que no acepta las categorías de tiempo y de espacio y cómo puede haber algo fuera del tiempo y del espacio. Y si está fuera del tiempo y del espacio, cómo es posible que tenga contacto contigo o conmigo.

Si por un momento pudiera tomar contacto con eso, si por una infinitésima de segundo pudiera tomar contacto con la eternidad, ¿qué pasaría luego?, ¿qué hago con eso?. ¿Inspiraría acaso esa experiencia el diario vivir, o sería algo inconexo, una anécdota vital sin mayor importancia?

Mi vida ¿es una realización cargada de sentido, de significados, es una búsqueda apasionada por el encuentro con la libertad, con lo trascendente, o es mas bien una vida mecánica de acción y reacción, distraída, huyendo del agobio? Y si mi vida fuera un poquito mecánica, ¿hay momentos en ella sublimes que parecieran conectarme con otra realidad? Las cosas que hago, ¿me llenan plenamente?

En la historia humana, si pesquisamos el origen de las culturas, detectaremos momentos en que esa cultura asiste al acercamiento con una experiencia trascendente, totalizadora que es origen de todo el desarrollo de esa civilización. Esa experiencia inspira siglos y a veces milenios de transformación de su mundo. Ese mundo transformado, aumenta su complejidad hasta un momento en que requiere nuevas respuestas que no se encuentran y esa civilización comienza a chocar, a oscurecerse, a caminar a tientas en la noche, tropezándose a cada paso. Entonces los habitantes de esa época, las generaciones de ese momento histórico, buscan cada vez con más fuerza y mientras más tropiezan más fuertemente buscan un fundamento que la ilumine, que muestre el sentido, que vuelva a reconocer su esencia.

Hoy vivimos el encuentro de las culturas, el encuentro de distintas civilizaciones que fueron inspiradas en distintos momentos de la historia. Hoy cientos de miles de años de historia humana convergen en un mismo espacio y en un mismo tiempo. Chocan unas con otras, tropezamos a cada paso y cada vez con mayor intensidad buscamos en la profundidad de nosotros mismos esa luz, ese fundamento que puede llenar y darnos sentido, a cada uno, a nosotros y al proyecto humano. Tomar contacto con una espiritualidad que comprenda a las distintas creencias, que reconozca el valor y la verdad de cada cultura, y que impulse a toda la humanidad a realizar en el mundo, a traducir en el tiempo y en el espacio, la grandeza que la envuelve y que la empuja. Es por esto que pudiéramos estar necesitados de un contacto, de una experiencia con esa sustancia espiritual.

Da la impresión que suavemente algo nuevo estuviera sucediendo en la interioridad de cada uno de nosotros, no lo sabemos explicar, pero pudiera estar sucediendo que empiezo a sentir un rechazo a flor de piel de todo lo que suene a dogma, a todo lo que suene a imposición, un asqueamiento con la mentira y la violencia, una búsqueda en mí mismo, porque reconozco el dogma y la violencia en mí y no me gustan.

Algo suave, informe, una brisa que sopla en el alma, una nueva espiritualidad que se acerca, que toma contacto, que nos insinúa un mundo futuro.

Si esto es así, en mi interior, en mi intimidad pudiera estar sintiendo una necesidad de sentido, una necesidad de algo verdadero, íntimamente verdadero, y no verdades externas, de afuera, que siempre me dejan en la duda, en la angustia, en el fanatismo o la violencia.

Si esto es así, quiero saberlo por experiencia, por comunicación directa con esa realidad mayor y no sólo porque alguien me lo dice.

He leído los fundamentos ideológicos del Trabajo Social Transformador, como lo han llamado. Me ha encantado cómo el Nuevo Humanismo ha enmarcado esta profesión de un nuevo modo que resuelva la paradoja, de cómo ayudar a un individuo o a una comunidad víctima de la violencia social y al mismo tiempo transformar la estructura social que genera esa violencia, me ha parecido brillante. Esas ideas sin embargo traducen una espiritualidad, traducen una experiencia profunda que se hace carne en el proyecto de Humanizar el Mundo, se concretiza en el ideal de la Nación Humana Universal.

Siguiendo la enseñanza de Silo es que he llegado a estos convencimientos. Creo que todos necesitamos tomar contacto con una experiencia profunda que nos llene de sentido e inspire nuestra acción. No sólo el Trabajador Social, sino las personas a las que el Trabajador Social quiere ayudar. Por eso explicito de donde saco la materia prima para llegar a la experiencia de tomar contacto conmigo mismo. Personalmente y con humildad debo decir que seguí el camino hacia la interioridad propuesto por Silo, para comunicarme con mi espiritualidad y poder mas o menos hablarles de lo que les estoy hablando. Silo lo explica en su Mensaje, pero además lo convierte en una serie de experiencias, personales y colectivas, para ayudar a ésto.

No somos solamente lo que hacemos, no somos sólo lo que pensamos, no somos sólo lo que sentimos, no somos sólo nuestra familia, no somos sólo nuestra cultura, no somos sólo nuestra época. Hay algo muy grande adentro de cada uno, de cada uno, algo muy grande en ese niño que me pide una moneda, y algo muy grande en ese que las acumula y no sabe qué hacer con ellas. Algo muy grande en ese que sabe mucho y en el pobre ignorante, algo muy grande en el cristiano, en el musulmán, en el judío, en el budista y en el ateo. Eso vive dentro de cada uno, es la vida misma, inagotable, está aquí adentro, un poco más adentro, allí en el silencio, más atrás del silencio…. Hoy eso quiere hablarte y lo hará en los nuevos lenguajes del alma.
Muchas gracias.

Dario Ergas
13/10/2007
Universidad Humanismo Cristiano.
Foro Trabajo Social