RESENTIMIENTO

Dice Buda:
“El odio no cesa por odio, sino sólo por amor, ésta es la regla eterna.”

Poco después de embarcarme e mi viaje espiritual me ví metido en una encarnizada disputa jurídica. Durante las actuaciones me puse furioso con mi adversario. Mi inclinación inmediata fue criticarle duramente, como hacía siempre en otro tiempo. Pero no me atrevía, pues sabía que no podría pagar el precio emocional.
En vez de ello, me esforcé mucho por aplicar soluciones que había empezado a aprender poco antes. Intenté “dejarlo y dejar hacer a Dios”, practicar el perdón y apartarme de la persona amistosamente. Pero el tiempo pasaba y el resentimiento seguía atormentándome.
Presa de desesperación, recurrí a una amiga inteligente. Me sugirió que añadiese una dimensión nueva a mis esfuerzos espirituales rezando por la persona. En varias ocasiones mi amiga había pedido a Dios que concediera “salud, felicidad y prosperidad” a personas que no le gustaban. Además de ello, según me dijo, en cada uno de los casos había imaginado a la persona en cuestión rodeada de un aura de “pura luz blanca”.
Durante varias semanas seguí su consejo. Con gran asombro y alivio por mi parte, la inquina desapareció. Hoy día cuando debo rezar por un adversario la cosa no funciona menos eficazmente que la primera vez. Creo que lo que sucede es que mis plegarias “transportan” a la otra persona del reino de mis pensamientos hostiles al reino del Espíritu, como hija de Dios que es.

MEDITACIÓN (Aforismo-pensamiento)
“La plegaria, especialmente si es por otra persona, puede librarnos de las ataduras del resentimiento.”